Cuando despegamos en Santiago la turbina que queda justo del lado de mi asiento hacia mucho ruido, pero pensé que no era de preocuparse, total nos tocó un avión bastante viejo, y eso no tiene nada que ver con el N° 13 ni con la mala suerte.
Tantos viajes a cuesta y esta es la primera vez que no dan el diario al subir al avión, pero mejor porque así aproveché para terminar mi primer trabajo del Diplomado virtual; claro que no avancé mucho, porque se acabo muy rápido la bateria del computador.
Quise leer la revista mensual de LAN, pero no estaba, justo es cambio de mes y no llegó la nueva edición. Pero estaba disponible la revista del Duty Free de Lan, y no es mala idea escoger unos regalitos para la familia.
Quise leer la revista mensual de LAN, pero no estaba, justo es cambio de mes y no llegó la nueva edición. Pero estaba disponible la revista del Duty Free de Lan, y no es mala idea escoger unos regalitos para la familia.
No creo en la mala suerte, pero con tanto tiempo de vuelo a Lima me entusiasmé llenando la guía de compra, encontré regalitos para todo el familión, y fui el primer pasajero en entregar mi pedido; mientras, la turbina dejó de hacer ruido. El desayuno estuvo mejor que otras veces así es que de mala suerte no me hablen. Se demoró en aparecer la azafata, y cuando vino fue a disculparse, porque la llave del carrito con los productos del Duty Free se quedó en tierra, así es que no hubo compra; como ven, lejos de ser mala suerte fue un alivio, los dólares en mi billetera siguieron intactos; luego pensé que eran buenos regalos, así es que decidí insistir en el vuelo Lima-Caracas.
Nos agarró una turbulencia, pero eso es habitual, no tiene nada que ver con la mala suerte, pero confieso que me empecé a preocupar cuando empezamos a descender hacia Lima, porque la entrada a un banco de nubes remeció un poco el avión; pero no era para tanto, el 13 es sólo un número, y mi asiento era 13L, y la L es la duodécima letra del alfabeto, a menos que contemos la Ch, en tal caso un doble 13 marcaría mi asiento; pero son bobadas, yo no soy supersticioso.
De hecho aterrizamos sin novedad en Lima; quise aprovechar el tiempo de espera del vuelo siguiente para cargar el computador, así es que fui a un restaurant, hice un pedido para justificar mi permanencia; lo bueno es que traje mi adaptador de enchufe, lo malo es que sirve en Ecuador, pero no en Perú. Igual no fue malo, no fue dinero perdido porque la empanada de carne con azúcar flor y la Incakola me levantaron el ánimo.
Llego el tiempo de seguir a Caracas; hubo mucha demora para embarcar, nadie explicaba nada, hasta que cuando ya teníamos una hora de retraso en la salida nos informaron que el avión llegó con un desperfecto, y que debían esperar la llegada de un repuesto desde Santiago.
Nos agarró una turbulencia, pero eso es habitual, no tiene nada que ver con la mala suerte, pero confieso que me empecé a preocupar cuando empezamos a descender hacia Lima, porque la entrada a un banco de nubes remeció un poco el avión; pero no era para tanto, el 13 es sólo un número, y mi asiento era 13L, y la L es la duodécima letra del alfabeto, a menos que contemos la Ch, en tal caso un doble 13 marcaría mi asiento; pero son bobadas, yo no soy supersticioso.
De hecho aterrizamos sin novedad en Lima; quise aprovechar el tiempo de espera del vuelo siguiente para cargar el computador, así es que fui a un restaurant, hice un pedido para justificar mi permanencia; lo bueno es que traje mi adaptador de enchufe, lo malo es que sirve en Ecuador, pero no en Perú. Igual no fue malo, no fue dinero perdido porque la empanada de carne con azúcar flor y la Incakola me levantaron el ánimo.
Llego el tiempo de seguir a Caracas; hubo mucha demora para embarcar, nadie explicaba nada, hasta que cuando ya teníamos una hora de retraso en la salida nos informaron que el avión llegó con un desperfecto, y que debían esperar la llegada de un repuesto desde Santiago.
Y aquí estoy, varado en Lima, pero nada de mala suerte, porque seguí los pasos de un gordo inmenso, argentino de Buenos Aires, e hice mi propio alegato en voz alta (un poco más bajito que el argentino); dije que iba a una importante reunión a la embajada de Chile en Caracas con funcionarios del Ministerio de Economía de Venezuela, que necesitaba un lugar de trabajo con Internet y teléfono para llamar a Caracas. El resultado es que aquí estoy, en el salón VIP por invitación de Lan, con Internet Wi Fi y teléfono free, cafetería y bar abierto, haciendo mi trabajo en el computador (me pasaron un adaptador de corriente) y conversando a ratos con el porteño que resultó ser un director de cine que va a Caracas por una producción comercial.
Al resto de la gente se la llevaron a un hotel, y a sus casas los que son de Lima, lo que hace presumir que no saldremos de aquí hasta mañana. Los que estamos en el VIP podemos irnos al hotel cuando queramos, pero nos aconsejan esperar hasta las 4 de la tarde cuando tengan noticias del repuesto.
No los aburro más con esta historia; además que me voy al restaurant con mi nuevo amigo cineasta; por invitación de LAN, por supuesto.
Aún con toda esta historia, a mi no me hablen de mala suerte; siempre las dificultades vienen con una oportunidad de regalo. Claro que por las dudas, igual voy a pedir cambio de asiento en el avión.
Al resto de la gente se la llevaron a un hotel, y a sus casas los que son de Lima, lo que hace presumir que no saldremos de aquí hasta mañana. Los que estamos en el VIP podemos irnos al hotel cuando queramos, pero nos aconsejan esperar hasta las 4 de la tarde cuando tengan noticias del repuesto.
No los aburro más con esta historia; además que me voy al restaurant con mi nuevo amigo cineasta; por invitación de LAN, por supuesto.
Aún con toda esta historia, a mi no me hablen de mala suerte; siempre las dificultades vienen con una oportunidad de regalo. Claro que por las dudas, igual voy a pedir cambio de asiento en el avión.
2 comentarios:
Maestro: Muy bueno su relato. Ameno, entretenido. Claro que yo, igual que usted, como tampoco soy superticioso, en próximos viajes LAN jamás aceptaré asiento ni fila con el numero 13, pero sólo para evitar que, por mi culpa le pase algo al resto de los pasajeros...
Un saludo afectuoso
PAG
Hola papá,
Que entretenida la historia. Quienes te conocemos sabemos que es muy tuyo esto de no juzgar las situaciones, pues lo importante es la actitud con la que las enfrentamos.
Un abrazo y cuídate mucho.
Andrés
Publicar un comentario